La Virgen de los Milagros, la Virgen de
Caacupé.
Cuentan que hace unos cuatrocientos
años, José, un escultor guaraní del
pueblo de Atyrá, tenía que ir a la selva del valle de Ytú a buscar comida y
maderas. José se había convertido al cristianismo en la misión franciscana de Tobatí, a unos 60 kms.
Tenía mucho miedo de atravesar esa selva porque era zona de los mbayás, que
habían jurado matar a la gente de Atyrá porque se habían convertido al
cristianismo, veneraban un Dios que sentían ajeno. Antes de salir, José le rezó
a la Virgen María para que lo cuidara en su viaje. Le prometió que si los
mbayás no lo agarraban, iba a esculpir una imagen de ella y venerarla.
Cuando
ya estaba volviendo de la selva se le apareció la propia Virgen María en
persona, que le gritó en guaraní:
– ¡Ka'aguý cupe-pe!, (¡escondete detrás de
los arbustos de yerba!).
José corrió
y se escondió detrás de un tronco grueso. Mientras estaba escondido, hizo la
promesa de que si salía vivo, iba a tallar la imagen de la misma Virgen que se
le había aparecido, de rostro moreno, mirada maternal, el pelo largo que cae en
ondas sobre la espalda, vestida con una túnica blanca y un manto azul adornado
con flores pasionarias y una corona con una estrella brillante. Y para tallarla
iba a usar la misma madera del árbol que ahora lo protegía, un tronco grueso de
yerba mate.
Los mbayás siguieron de largo sin ver a José y él,
agradecido con la Virgen, cortó del árbol la madera que necesitaba para
esculpir la estatua.
El tronco le alcanzó para esculpir dos estatuas.
Llevó la más grande a la Iglesia de Tobatí y él mismo se quedó la más pequeña
para su devoción personal.
Algún tiempo después, los misioneros jesuitas dijeron
que había brotado agua milagrosa en el mismo lugar de la aparición de la Virgen
a José, y que esa agua había ayudado a los guaraníes a sobrevivir en el calor
del verano. Pero a veces el agua era demasiada e inundaba. Esas inundaciones
formaron el lago de
Ypacaraý. Cuando el lago amenazaba destruir los poblados de la zona,
los frailes franciscanos y los habitantes de la región acostumbraban organizar
rezos para pedir que se tranquilizaran las aguas. Una vez el padre Luis de
Bolaños bendijo el lago y, como en años anteriores, las aguas
retrocedieron. De repente vieron
aparecer flotando la imagen de la Virgen de la misión de Tobatí, la misma que José
había tallado unos años antes. Desde entonces el pueblo la llamó la Virgen de
los Milagros.
La paradoja es que ese lago hoy está tan contaminado
como el Riachuelo.
José se había instalado con su familia en ese lugar.
Construyó una humilde capilla, que atrajo a los pobladores de la zona como un
imán. Se fue formando un poblado que primero se conoció como “Los ytuenses” y
ya para 1765, la zona era conocida como el Valle de Caacupé. La fecha que se
toma como referencia para la fundación del pueblo de Caacupé, es el 4 de abril
de 1770.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
charlemos por acá