lunes, 26 de septiembre de 2011

Hacen así, Así me gusta a mí





Así me gusta a mí:
Me gusta que el estilo sea un asunto que no tenga que ver con lo bello. Más bien sea como el color para un artista plástico, una manera propia de ver el mundo. Porque la realidad sólo existe cuando se le ha dado una particular forma. Hace años que me gusta el estilo show, don´t tell, el que muestra a los personajes en acción y no los explica. Pero ahora, además, me gusta la ironía. Que el autor muestre su propia aldea riéndose un poco de ella, no solamente porque la conoce bien y se dispone a criticarla, sino porque desde sus personajes y su aldea se ríe un poquito del ser humano en general. El círculo vicioso es que no explicando, el autor debe ser reticente y elegante y en eso corre el riesgo de que el lector no note la reticencia, la ironía, y se lo tome en serio. En la ironía se yuxtaponen opuestos, los personajes se contradicen, igual que nos contradecimos los humanos. El autor puede necesitar incluir clichés —correctamente colocados— para que la novela sea una parodia de la realidad. De esta manera, los personajes pueden ser superficiales o tontos, pero el estilo no. Y entonces me gusta que queda entretejido lo bello y lo patético, lo paródico y lo sincero. Una novela así lograda es cómica al mismo tiempo que conmovedora. Eso es lo que me gusta. Porque si uno llama la atención al lector sobre el cliché, la trivialidad o la estupidez, la novela no llega a ser ni tan cómica ni tan conmovedora. Así, el estilo es algo arquitectónico y compacto, algo que está desesperadamente procurando no tener una forma, porque lo que está haciendo es intentando ser auténtico, parecerse a la vida real. Claro que terminan siendo novelas que no son para la playa, les piden al lector más esfuerzo. Puede serle difícil al lector también, “seguir” las digresiones del autor, (que me fascinan), ya que la coherencia del todo está dada sólo por la unidad de algunos temas. Igual que el embrollo que es la vida real. A propósito de las digresiones: El argumento de una novela es un pretexto, lo que le importa a quién escribe es buscar la verdad. Y la verdad es algo que se escurre, que nunca se llega a encontrar salvo algunas pequeñas, sociales, medio eslogan como decir que uno está del lado de las víctimas. Por eso me gustan las novelas musicales, con digresiones, digresiones que son parte de la narrativa y que muestran al ser humano en su bajeza, sin emociones grandiosas o bellas. Esto deriva en el desprecio por las ideas, por la necesidad humana de constituir generalidades. Así que la ironía es un ataque al sentimentalismo y a lo serio. Ironía, machaco, significa que en algún lado, de alguna manera, una idea en una parte del libro está contradicha por una idea en otra parte del libro. Y ninguna idea está probada de ser verdadera.
¿O no son las digresiones una característica de la vida "real"? Todos somos evasivos, inseguros de lo que es significativo y lo que es insignificante en una vida. Sobre todo si consideramos que los asuntos de este mundo no deberían ser considerados asuntos de un mundo eterno, adonde son permanentes y tienen valor. Es que todo en la vida es precario porque es cambiante: todo es un acto de desaparición. Sólo sobrevive el arte. Y las ideas pierden su seriedad cuando están tan embutidas en su contexto que no pueden ser aplicadas a la generalidad. Todas las pretensiones de verdad están carcomidas. Y como en una novela todo es invento, la libertad que tienen los personajes es nada más que una ilusión. Y la mejor manera de hacer creer que el personaje tiene libertad, es hacerlo contradecirse y que no haga lo que se esperaba de él. Es que el ser humano no tolera su desnudez: sólo logra comunicarse consigo mismo y con los que lo rodean por la intermediación de forma, estilo, máscaras.
Así que. Así me gusta leer. Así pretendo escribir.
Tostoy veía que la historia era el opuesto de la vida real, que es repetitiva, anodina, llena de hábitos. La historia y la ficción, ambos, están narrados por la específica visión de alguien. Ese alguien pesca algunos ínfimos detalles, y esos ínfimos detalles constituyen lo que es importante. Después serán organizados en temas porque todo puede ser relacionado con todo y entonces un detalle puede ser una variación de un tema, como en música. Porque el arte de la novela no se centra en la autenticidad sino en la verdad, y la verdad es una fabricación. Así lo elevado y lo nimio no son distintos; los dos son parte de
belleza + piedad del mundo.

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