Camino con mi
perro
por la arena
blanca del río.
Me detiene un
hombre desnudo
salvo por un
shorcito.
Lleva un tronco
en sus manos.
Indaga si soy de acá,
no me ha visto
antes.
Me enseña su
tronco y me consulta
a qué animal prehistórico
podría
pertenecer esa pata fosilizada.
Observo el tronco
y trato de imaginarlo
brotando de un reptil
gigantesco.
Siento orgullo de
tener pinta de saber.
Deliberamos.
El hombre concluye
que se trata
de un dinosaurio.
Escondo mi desconcierto
y nos decimos
adiós.
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